Seguro que si te gusta leer y, además, comentas que escribes o te gustaría escribir, más de una vez escucharás:
—«Tendrás que leer mucho»
—«Tendrás que leer a los clásicos»
Y, aunque parezca una respuesta automática y repetitiva, realmente es así: nuestra obligación como escritores es leer mucho. Es imposible concebir que alguien quiera dedicarse a la escritura sin el hábito de leer.
Pero si aún no has adquirido el hábito de la lectura, o lees más bien poco, no te apures. Hay estrategias para que, lo poco que leas, te resulte práctico e instructivo.
Hoy me gustaría compartir contigo algunas de estas claves; al menos, las más sencillas para que comiences a habituarte a leer «con ojos de escritor».
Te presento aquí, seis elementos a tener en cuenta. Si eres lector empedernido, no te costará incluirlo en tus lecturas; si, por el contrario, eres nuevo o de poca lectura, podrás ir trabajando con cada uno, escogiendo el que más te agrade al principio e ir incorporando los demás de forma consecutiva.
El primero de todos es el más sencillo: recuerda o comienza con aquel libro que te marcó, que te dejó huella. Una lectura que mantengas viva aún en tu mente, aunque fuera un cuento de cuando eras niño, te agradó y lo rememoras con una sonrisa.
A partir de ahí, puedes trabajar con estos siguientes pasos:
En la presentación de los personajes: De esos libros o cuentos que te gustan, ¿cuál es tu personaje preferido? ¿Y por qué te marcó tanto? ¿Qué hace el personaje la primera vez que aparece? O, incluso, ¿cuáles son sus primeras palabras? ¿Tiene alguna característica que le hace peculiar? ¿Marcas, cicatrices, mirada, tips? Algunas de estas preguntas te dan pistas sobre lo que puede marcar una primera impresión esencial para un trabajar con un personaje.
Los gestos de los personajes en los diálogos. Son los momentos perfectos para aprender cómo desarrollar y describir un personaje que resulte creíble y completo. Los gestos y las acciones que realizan mientras hablan con otros personajes, dice mucho de ellos. Es una información esencial sobre su carácter, su cultura, su condición social, su profundidad… Fíjate en ti mismo, o en alguien cercano: cuando habla, gesticula con las manos, hace movimientos con el cuerpo, hay diferentes expresiones en su rostro. Todo ello, junto con sus palabras, es comunicación al lector, información vital para adentrarse en la historia y ser cómplice de ese personaje.
Otro punto importante es la ambientación de la historia. No se trata de hacer una descripción del lugar o de los sonidos. Es cuestión de fijarte en pequeños detalles, como si tus ojos fueran una cámara de un fotógrafo: los contrastes de luz o color, de temperatura, brillos, sensaciones, olores… Todo lo que capte nuestros cinco sentidos son una magnífica forma de describir con precisión el ambiente de donde se está desarrollando la escena.
La estructura. Aunque no lo parezca, es uno de los elementos más importantes, pues la mente no lo ve, pero sí lo reconoce. Fíjate en cómo el autor divide los capítulos: ¿los divide y deja en una acción sorpresiva? ¿Acaba con cada escena al completo? ¿Mezcla varias escenas en cada capítulo o se centra en un único momento? ¿Toda la historia tienen una división por etapas, por épocas, por personajes? Son preguntas que nos ayudan luego a decidir qué tipo de estructura queremos utilizar nosotros.
Espero que te resulten útiles. Estoy segura de que comenzará a cambiar tu forma de ver una lectura y que disfrutarás mucho más de ella.
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