Descripciones intensas: cómo plasmar la imagen en el lector (I)

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Descripciones intensas: cómo plasmar la imagen en el lector (I)

La descripción es una de las herramientas más poderosas que tiene un escritor para crear mundos, personajes y escenas que cautiven a los lectores. Una buena descripción puede hacer que el lector vea lo que el escritor quiere mostrarle, que se emocione, que se sorprenda y que se identifique hasta el punto de sentirse parte de la historia.

Pero, debemos tener en cuenta que, igual que una buena descripción engancha al lector, una mala o excesiva descripción puede ahuyentarle. En este artículo, quiero sugerirte algunos consejos y ejemplos para que puedas mejorar tus habilidades descriptivas y hacer que tus textos sean más atractivos y efectivos.

¿Cómo es, entonces, una buena descripción? ¿Cómo podemos lograrla y evitar no caer en el exceso o en la pesadez? 

Comencemos por definir bien lo que es describir: 

Se trata de un recurso literario que consiste en representar mediante palabras las características de algo, un espacio, un ambiente o un personaje, ya sea real o imaginario. Podemos encontrarla como una descripción objetiva o subjetiva, según el grado de implicación del narrador o del personaje que describe. 

Sería objetiva si se limita a presentar los rasgos más relevantes y verificables de lo que se describe, sin emitir juicios de valor ni opiniones personales.

«El coche era rojo, de cuatro puertas y tenía una matrícula francesa.»

La descripción subjetiva expresa, además, la visión particular y emocional de quien describe, y añade en ella su impresión, sensación, sentimientos o valoraciones. Yo prefiero este tipo de descripción, pues las emociones y los sentidos sensoriales son la llave que nos abre la atención y sentimiento de nuestro lector. Fíjate en el ejemplo anterior, usando esta modalidad:

«El coche era un sueño hecho realidad, rojo como la pasión, con espacio para toda la familia y un aire de elegancia que lo hacía destacar entre los demás».

En la descripción podemos imprimir cierta estática o dinámica, según el grado de movimiento o acción que se incluya en ella. La forma estática se centra en los aspectos fijos y permanentes de lo que se describe, sin mostrar cambios ni evolución.

«Era una mañana luminosa y fría de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para evitar que se colara tras él un remolino de polvo y suciedad».

(George Orwell, 1984)

La forma dinámica, por el contrario, nos mostrará los aspectos variables y temporales de lo que se describe, incorporando acciones, gestos, reacciones o transformaciones.

«La casa parecía cobrar vida cuando la luz del sol se filtraba por las ventanas, iluminando las paredes de piedra y madera, el tejado a dos aguas y las flores que adornaban el jardín».

¿Sabías que una buena descripción presenta múltiples beneficios tanto para el escritor como para el lector?

Podemos destacar algunos de ellos:

– Ayuda a crear un ambiente y un contexto adecuados para la historia, situando al lector en el espacio y en el tiempo donde transcurre la acción.

– Permite presentar a los personajes de forma más completa y profunda, mostrando sus rasgos físicos, psicológicos y emocionales, así como sus motivaciones y conflictos.

– Contribuye a generar interés y expectación en el lector, despertando su curiosidad por saber más sobre lo que se describe y por seguir leyendo.

– Favorece la inmersión y la identificación del lector con la historia, haciendo que se sienta parte de ella y que experimente las mismas sensaciones que los personajes.

– Refleja el estilo y la voz del escritor, mostrando su personalidad, su forma de ver el mundo y su dominio del lenguaje.

Sin embargo, tal como te comentaba antes, hay ciertos peligros que pueden malograr una historia con un mal uso en la descripción. Aunque es un recurso muy valioso, sin duda, para el escritor, también puede convertirse en un obstáculo si no se usa con criterio y equilibrio. 

¿Qué debemos evitar al describir?

Estos son algunos de los errores más comunes —sobre todo cuando comenzamos a escribir y no tenemos la costumbre de estar a tantos a pequeños detalles—, que debemos evitar al describir:

– El exceso abundante de detalles: consiste en abusar de la cantidad o de la extensión de las descripciones, interrumpiendo el ritmo narrativo, aburriendo al lector o saturándolo de información innecesaria o irrelevante.

– La falta: consiste en omitir o reducir demasiado las descripciones, dejando al lector sin referencias suficientes para situarse en la historia, sin conocer a los personajes o sin percibir el ambiente o el tono de la narración.

– La descripción genérica: consiste en usar términos vagos, ambiguos o comunes para describir, sin aportar detalles específicos, originales o significativos que diferencien lo que se describe de otras cosas o personas similares.

– Ser incongruente: consiste en usar palabras o expresiones que no se ajustan a lo que se describe, ya sea por ser inadecuadas, contradictorias, anacrónicas o ilógicas, creando confusión o incredulidad en el lector.

– Ser redundante: consiste en repetir la misma información o las mismas palabras para describir, sin añadir nada nuevo o relevante, generando monotonía o cansancio en el lector.

Espero que estas indicaciones y sugerencias te resulten útiles. Este es un tema que da mucho juego y es uno de los aspectos importantes de la escritura. Así que, te invito a seguir el próximo artículo donde seguiremos comentando y aprendiendo sobre las descripciones.

Lecciones eternas: cómo nos transforman los grandes maestros de la literatura

Cómo crear escenas que enriquezcan la narración.

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