¿Intriga o suspense? ¡No son iguales!

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El lector medio no se conforma con coger el libro  y observar su portada y la sinopsis, sino que lee los primeros párrafos buscando ese «enganche» que le haga decidirse a comprar o no el ejemplar.

Son muchas las formas en que un escritor busca ese instante de «captación» del lector, seducirle con las primeras frases para que éste decida que sí, que quiere leer ese libro.

Generalmente, se utiliza una imagen chocante, una información sorprendente, una situación caótica, empezar con el final del libro o una ambientación insólita, intrigante o extraña.

Voy a contarte algunas de las estrategias que he utilizado y me han resultado eficaces para lo que buscaba, tanto en ficción como no ficción. Si tu ilusión es escribir, puede que sea un punto de partida curioso para ti y pueda resultarte útil alguno de ellos.

Uno de los elementos básicos es sacarle el máximo partido a la perplejidad del lector, a su curiosidad con algo que le trastoca, que no se espera o que, incluso, puede provocarle una sensación de choque con lo que esperaba encontrar.

Aquí toma importancia el estilo literario: cómo implicar a través del tono de la escritura al lector, cómo darle un tono apremiante y, sobre todo, como dejarle con la miel en los labios para que decida continuar la lectura.

Generalmente, mi estilo es más de intriga familiar; sí, con algo de misterio, pero llevado siempre a las relaciones entre familias, parejas, compañeros, etc.

Vamos a comenzar por hacer una buena definición —y separación— entre la intriga y el suspense.

  • Intriga. Podríamos definirla como el arte de encadenar situaciones que suscite interrogantes en el lector. Se convierte en la fuerza motriz que incita e impulsa a aprender; la curiosidad, la primera y más básica de las cinco cualidades primarias que nos mueven como seres humanos es la que nos activa por conocer y explorar todo lo que nos rodea; y esto ocurre tanto por sentirnos afines como por lo contrario. Siendo simple, es lo que nos hace que deseemos entenderlo.

Según Roland Barthes, el interés por la novela policíaca no está en la trama o la estructura, sino en la intriga del proceso: Lo que se va desarrollando, esa evolución del proceso y cómo se manipula la información, es lo que realmente nos atrapa la atención.

A esto hay que incluir la emoción. Tanto la empatía con los personajes como la amenaza al posible peligro va a centrarnos en la lectura. Toda intriga implica un sentimiento de inquietud o desasosiego por parte del lector hacia lo que percibe que está ocurriendo.

  • Suspense. Se puede definir como la interpretación más intensa que podemos percibir en las situaciones dramáticas. Proviene del verbo «suspender» donde el clímax o el punto álgido en la intensidad de lo que sucede, tiene su solución retardada de forma deliberada.

Empatía y simpatía

Hablábamos de incluir la emoción en esa percepción de curiosidad por saber más. Esto resulta más o menos fácil a través de las neuronas espejos: gracias a este mecanismo de nuestra mente podemos compartir emociones espontáneas, tanto si las vemos, las oímos o leemos sobre ellas.

La empatía la podemos definir como la capacidad de compartir una emoción vicaria que provoca la comprensión emocional de un personaje. La capacidad de todo lector de ponerse en el lugar del otro será lo que determine si sigue fiel o no a esa lectura.

La simpatía es la capacidad de compartir la emoción hacia la otra persona, y surge sin que haya por medio comprensión ninguna hacia el personaje: ni mental, ni emocional.

El grado de éxito en conseguir esa complicidad del lector depende de la tensión dramática que genere el conflicto en el lector. Sobre todo, lo bien construido que esté y de la profundidad con la que creemos a nuestros personajes. Esto es algo que me encanta utilizar y con lo que disfruto muchísimo en la escritura:

Por ejemplo, un comportamiento contradictorio, humanizan al personaje y ayuda a posibles giros futuros de la trama. Sus palabras, el modo de expresarse y relacionarse, le delata, lo revela y descubre en sus contradicciones haciéndolo más humano, más cercano.

Otra forma son los diálogos latentes y sugeridos, pero no expresados en su totalidad. El narrador desaparece, la trama se para y se ajusta a un momento y lugar precisos. Aquí es donde se muestran realmente  los personajes tal como son.

El diálogo es un recurso narrativo para detener el tiempo, convirtiéndolo en casi tiempo real. Sólo existen los personajes y el lector, que se convierte en testigo presencial. Teniendo en cuenta en que es el momento en que el lector se acerca lo máximo a la escena, casi “in situ”, crear un clímax y dejar suspendido el tiempo en diálogo para acercar al lector puede resultar un efecto de impacto.

Pero ¡cuidado!: utiliza un diálogo realista. Tal como hablarían entre ellos los personajes: su ritmo, sus cadencias, sus titubeos y dudas, su forma de expresión (suave, ruda, tierna o violenta, según su carácter), la expresiones fuertes o sensibles… ¡Todo! Porque será la mente del  lector quien esté en realidad, trabajando en medio de ese diálogo.

Volviendo a lo que nos traía hoy en este primer artículo sobre cómo crear intriga o suspense, podríamos empatar  de esta forma a ambas:

Intriga/simpatía    y      suspense/empatía

Espero que te haya gustado este artículo. La próxima semana seguiré compartiendo contigo aquellos elementos que me han servido como estrategias de escritura sobre cómo crear intriga o suspense en mis escritos.

Hasta entonces, un saludo cálido.

El miedo en la escritura…

 

¿Cómo puedo captar la atención del lector con mis primeros textos?

¿Cómo crear intriga en una historia?

¿Cómo escribir relatos de suspense? El suspenso o suspense narrativo

https://www.asesorialiterariaav.com/como-crear-intriga-en-tus-relatos-la-ocultacion/

 

 

 

 

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