En verano nos apetece hacer cosas diferentes, invertir tiempo en nuestros hobbies, preparar algo nuevo… Si te gusta la escritura seguro que buscarás un espacio para escribir, o pensarás en esa historia que bulle en tu cabeza.
Hay dos claves esenciales en la escritura que nos ayudan a recrear situaciones y escenas: La visualización y expresarnos a través de nuestros sentidos.
Visualizar tu historia te ofrecerá muchos hilos de conexión para desarrollar tu idea para una escritura más cómoda y fluida. Es una habilidad innata que todos poseemos entre las maravillas que realiza nuestra mente. Con frecuencia es poco utilizado —al menos de forma consciente— y, por lo general, cuando vemos facilidad en el otro para realizarla lo sentimos como el don de unos pocos privilegiados.
Sin embargo, visualizar está al alcance de cada uno de nosotros. Tan solo tienes que cerrar los ojos, pensar en tu idea y dejarte llevar. Es una herramienta poderosa, gratuita y a nuestra disposición con la que nuestros escritos pueden crecer.
El segundo elemento es utilizar los cinco sentidos, lo que en PNL se le llama sistema representativo: vista, oído, olfato, tacto, gusto. Cuando escribimos una escena, sea diálogo o descripción, el utilizar los factores que estás viviendo en ellos, dan realidad a la historia. Vienen muy de la mano de la visualización y son factores sencillos con los que puedes desarrollar una situación enriqueciéndola con elementos que ayudan a captar la emoción del lector.
Por ejemplo: imagina despertarte por la mañana.
«Yo me veo estirándome en la cama, con la sensación agradable de sentir mis músculos en una agradable tensión para luego dejarlos reposar de nuevo sobre las sábanas. Siento los ojos con un ligero pesar, típico de haber dormido bien y que están ajustándose a la luz que se filtra por la ventana. Una luz clara, imprecisa, que va impregnando lentamente toda la habitación, a través del suave fluir de las cortinas con la brisa fresca de la mañana. Aspiro despacio para terminar de despejarme y a mí nariz llega el olor inconfundible del café recién hecho que me hace la boca agua: suave, cálido, tentador… Ahora es cuando escucho de forma consciente el rumor leve de alguien que trajina en la cocina, y comienzo a sentir la necesidad de desayunar».
Es un ejemplo simple de algo tan cotidiano como levantarse por la mañana. Imaginándome una mañana agradable, aderezado con los sistemas representativos ya recreo todo un fragmento que permite sentirse cómplice al lector. En algún momento, ha vivido y disfrutado de un momento parecido, y se lo estoy recordando con los cinco sentidos.
Permíteme compartir contigo una sugerencia, para mí, la mejor que puedo darte si eres nuevo escritor, porque incluye implícitamente todo lo necesario para una expresión eficaz y cómoda al inicio de tu vivencia con la escritura. Es muy simple:
Escribe para un niño.
Sí. Escribe para un niño o para un joven, porque así cuidas las expresiones, haces lo posible por buscar las palabras precisas, escribes para que se entienda con facilidad, te expresas con sencillez y claridad. Transmites tu mensaje de la forma más inequívoca y fácil de asimilar posible, desde tu propia vivencia. Eso te ayudará a ser más creativo y fluir con facilidad en tu historia.
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