¿Qué ocurre cuando miramos la pantalla en blanco?

¿Qué se te pasa por la cabeza en ese momento?
¿Piensas que estas bloqueado?
¿Tal vez que no estás concentrado?
¿Es posible incluso que hayas pensado, alguna vez, que tu idea —la que tenías cuando te sentaste en el ordenador— no es buena?
A todos nos ha llegado ese instante, terrible y frustrante. Sin embargo, no es más que una treta de tu mente para priorizar algo que le resulta más importante. Una forma de indicarte que debes ocuparte de algún elemento que, inconscientemente, puede estarte incomodando o descentrando.

Una forma de aminorar esta sensación de «paro obligado» o «creatividad nula» es tan sencillo como hablar con tu mente. Sí, lo has leído bien. Tomarte un momento, —unos minutos en soledad, donde puedas cerrar los ojos e interiorizar tus emociones y pensamientos—, y tras unos instantes de respiración profunda te hagas una simple, pero vital pregunta a ti mismo: «¿Qué te está molestando?»
Te aseguro que te vendrá una idea, una imagen o un pensamiento en cuanto la formules. A veces es fugaz, como una impresión.
Es la forma en que tu cerebro responde a una duda. Te responde, sí. Con algo muy sutil que podemos percibir como nuestra intuición.
Si alguna vez te ocurre, con la pantalla en blanco, o con una indecisión, haz la prueba. Para unos momentos, percibe la respuesta y sé valiente y tenaz para dar solución a ella. En la mayoría de los casos, es suficiente para liberar nuestra mente y dejar que vuelva a fluir poco a poco la creatividad.
Reflexión: «ALEMPED. La nueva estrategia del escritor.»
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