Con frecuencia, me comentan que llevan un tiempo sin escribir, que no encuentran el momento para hacerlo o, incluso, que sienten que no se les ocurren ideas nuevas y se desmotivan.
—¿Crees que tengo un bloqueo?
Sin duda, algo está pasando por tu mente. El bloqueo en sí tiene varios niveles diferentes. La buena noticia es que, en muchas ocasiones son elementos externos, fáciles de identificar, los que se mezclan en nuestras actividades y, si no sabemos manejarlos (incluso emocionalmente), pueden crear una sensación limitante.
Cada estadio de esa sensación de limitación, tiene una solución distinta. Sin embargo, el simple hecho de que seas consciente de lo que está pasando puede influir en ese proceso para que comience a cambiar su virulencia.
Comencemos por aclarar cómo nos sentimos cuando vemos la pantalla en blanco:
¿Qué se te pasa por la cabeza en ese momento?
¿Piensas directamente en un bloqueo, o en una mala concentración? ¿Te cuesta decidir? ¿Es posible que estés pensando que tu idea no es lo suficientemente buena?
Con bastante frecuencia, esos pensamientos no son más que una treta de tu mente para priorizar algo que le resulta más importante resolver en ese momento. Es su forma de indicarte que debes ocuparte de algo que, inconscientemente, te puede estar incomodando o descentrando.
Haz la prueba con este ejercicio que apenas te llevará cinco minutos. Busca un momento, mejor si cierras los ojos, respira profundamente dos o tres veces y concéntrate en lo que sientes. Pregúntate: ¿qué me está molestando? Y percibe la respuesta. Siempre la hay.
La mente adora responder y no dejará de hacerlo: en forma de recuerdo, de pensamiento fugaz o de una rápida respuesta en tu diálogo interno. En la mayoría de los casos, una atención concreta a eso que está influyendo en tu mente, es suficiente para liberarla y dejar que vuelva a fluir poco a poco la creatividad.
Entonces, el bloqueo del escritor ¿es real o es un mito? Entre los mismo escritores no se ponen de acuerdo: algunos defienden su existencia y otros piensan que es una exageración.
Sin duda alguna, han habido y habrá escritores con etapas en su vida profesional poco productivas; incluso se diría, poco creativas. Y no dudo que pueda haber casos severos. Pero debemos pensar que esto es causa de muchas circunstancias diferentes y, en su mayoría, se puede aminorar y aliviar.
Hay tres niveles en los que se puede establecer esa sensación de bloqueo, según de donde procedan los estímulos que te inmovilizan obstruyendo tu capacidad creativa.
Primer nivel de bloqueo:
Hoy te expongo el primero de ellos, el más común y que tiene origen en elementos externos a nosotros. Es también el más fácil de disminuir y eliminar. Solo necesitas un poco de concentración y ganas de ganarle la partida:
1.- Estrés.
Cualquier persona tiene cierta presión en su día a día, bien por fechas de entrega de su editorial, por circunstancias de salud, dificultades familiares, incluso una situación económica difícil… Todo ello conlleva una carga extra de energía para la mente que la obliga a priorizar. Tu mente tienen una función que es ineludible para ella: defenderte y protegerte. Y lo hace, aunque sea de ti mismo. Por eso, va a priorizar para ahorrar su consumo de energía y dedicarlo a aquello que cree más importante. Esto significa dejar en segundo plano todo lo que no le sea útil en ese momento: la creatividad, el nivel de productividad y la imaginación, tu nivel de concentración y descanso puede verse afectada.
La mente trabaja con energía y cualquier dificultad supone un gasto extra de ella. De hecho, consume mucho cuando tiene algún problema que solucionar y, por el contrario, se siente liberada cuando algo le resulta cómodo. En este caso, se concentra y se motiva mejor por las descargas de neurotransmisores como la dopamina y la endorfina que nos hacen sentir bien y tener sensación placentera; la mente aquí no consume tanta energía.
Sugerencia: pregunta a tu mente —directamente sí. Utiliza el ejercicio que te propuse antes— qué es lo que le preocupa. Automáticamente te dará una pista, una imagen, un recuerdo, una voz pensada… (es la forma en que te contesta). Cuando sepas a qué está sujeta su atención, hazte cargo de ello: trabaja, resuelve o al menos encamina las posibles soluciones. Solo con que anotes los primeros pasos a realizar (lo de anotar es en serio, pues la mente sabe que esa información está a buen recaudo y se libera), notarás que podrás canalizar mejor tu creatividad.
2.-Enfermedad.
Dolores de cabeza, fiebre, cansancio, molestias en general, incubar un simple catarro… No te digo nada que no sepas ya, pero es evidente que el no estar en buena condición, la mente estará predispuesta a ahorrar la energía necesaria para recuperarse. Tómate un tiempo, descansa, recupérate: Cuando tu mente no tenga que ocuparse de tu cuerpo, volverá a activarse, incluso más veloz que antes de ponerte enfermo.
Sugerencia: Ten paciencia y busca elementos sencillos que no te supongan un reto. Por ejemplo, en ratos que te apetezca solo deja fluir, no busques hilar una historia, solo deja que salga las ideas y apúntalas, sin juzgar si son importantes, si son buenas o no. Es una forma sencilla, de poca energía y concentración, que mantiene abierto el canal creativo, aún estando en bajas condiciones físicas.
3.- Dualidad.
Es algo tan simple como tener dos ideas diferentes en la cabeza, dos opciones que para ti son igual de válidas, pero cuya elección harán que pierdas la concentración. Imagina que vas a escribir una novela: hay dos temas que te gustan y no te decides por una con la que empezar. Lo intentas, comienzas con una, pero la otra idea asalta tu mente y te despista.
Parece una tontería, pero lo más normal es que comiences a procrastinar y llegues a pensar en una falta de creatividad.
Sugerencia: Sentado o de pie, como más cómodo te encuentres, pon las palmas de las manos hacia arriba y los codos ligeramente separados del cuerpo, como si sostuvieras una bandeja entre tus manos. No te apoyes en nada y deja las manos totalmente libre y sueltas de tensiones en el aire.
Piensa en una de las cosas que te preocupa y déjala (mentalmente) sobre una de las palmas; haz lo mismo con la otra idea y déjala descansar en la otra mano. Cierra los ojos y pregunta: «¿Cuál primero?» «¿Qué me apetece más?» «¿Cuál es mejor para mi?». Sentirás que una mano te pesa más que la otra, incluso bajará más de su posición. La mano que más pesa, es tu respuesta.
El cuerpo no te engañará nunca, porque habla directamente con tu subconsciente. Si conscientemente estás con dudas, tu cuerpo sabe cuál es tu prioridad, cuál te va a motivar más. Elegirá aquella que mejor se adapte a tus deseos, o que más tranquilidad te aporte.
Espero que este primer nivel te aporte ayuda. Como dije, es el más fácil de solventar. En el próximo artículo, la semana que viene, te expondré el bloqueo de segundo nivel.
Buen fin de semana.
Un abrazo cálido.
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1 comentario en «Hay tres niveles de bloqueo. (I parte)»
Gracias Dulce, muy útiles los consejos.