El «bloqueo creativo» de segundo nivel parte de nosotros mismos.
La semana pasada hablamos sobre el tipo de bloqueo más común, y que era también el más fácil para resolver. Ese primer nivel, el más generalizado, tenía su origen en elementos externos al escritor: un caudal de trabajo importante, una salud algo delicada, agotamiento físico o mental, una situación familiar o laboral que exige de mayor atención…
Son diferentes formas en las que la mente se siente preocupada por algo que la distrae y le hace consumir energía y atención, provocando que decida priorizar su vitalidad a aquello que es de utilidad vital, según ella.
Este bloqueo de segundo nivel, más profundo y algo más difícil de enfrentar por parte del escritor, parte de nosotros mismos, de lo que pensamos y creemos, de nuestra propia percepción. Es una situación limitante que toca la veracidad de nuestro objetivo, nos hace dudar de la capacidad que tenemos y, por supuesto, también nos debilita la autoestima. Es cuando comenzamos a sentirnos «impostores».
Entramos en este proceso a través de nuestros pensamientos, de la duda y los «no puedo», «no sé lo suficiente», «No tengo capacidad para llegar al final». Estas ideas son recurrentes y la mayoría de las veces no somos conscientes de que las tenemos: pasan tan fugaces y se instalan de forma tan subliminal que nos lleva a sentir que estamos en un lugar donde no deberíamos a estar.
Todo esto es causa de un solo temor: miedo a no poder llegar a lo que los demás esperan de nosotros. Un baremo demasiado exigente, que se instala en nuestra mente haciendo mella en nuestras creencias, la confianza en nosotros mismos y la propia autoestima. El miedo tiene muchas caras, pero en esta ocasión, es probable que tengamos que buscar fuerza de voluntad para descubrirlo, sacarlo de ese rincón apartado en el que lo mantenemos oculto y a raya, y mirarle directamente para identificarlo. Las preguntas que debemos hacernos son:
¿A quién no quiero defraudar?
¿Por qué no quiero defraudar?
En esta situación, como puedes apreciar, las preguntas cambian. He resaltado en negrita «a quién« y «por qué». Ambas son los elementos esenciales para llegar a un conocimiento del motivo por el cual no avanzamos. No son del tipo «¿Qué puedo hacer para liberarte?», sino que van directamente a descubrir algo esencial en nosotros, algo que puede resultar incómodo. De ello depende liberar nuestro potencial creativo y aminorar o eliminar más rápidamente la sensación de impotencia o bloqueo.
El proceso es el mismo: unos minutos sin distracciones, unas respiraciones profundas, aquietar nuestra mente y hacernos las preguntas anteriores. La mente nos responderá como siempre lo hace: a través de imágenes, recuerdos o sensaciones.
Cosas que podemos hacer:
Si las respuesta es miedo a decepcionar a alguien —un familiar o una persona influyente—, lo ideal es tener una conversación con ella. No quiere decir que tengas que explicarle el motivo exactamente, sino dirigir la conversación para sacar el tema y ver qué es lo que piensa ella al respecto, qué es lo que realmente espera. Muchas veces, el nivel de exigencia que te has auto-impuesto no tiene relación con las expectativas de la persona en cuestión.
Conocer esto va a liberarte de mucha presión y te aligerará para que vuelvas a ser dueño de tu foco creativo.
https://dulcebermudez.com/el-bloqueo-interno-sindrome-del-impostor/
https://dulcebermudez.com/somos-creativos-por-naturaleza/
https://www.tregolam.com/2018/10/como-superar-el-miedo-a-fracasar-siendo-escritor/
https://www.cafedelescritor.com/miedo-a-escribir-esa-es-la-cuestion/
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